miércoles, 28 de octubre de 2009

Terapia del sonido,cuando la musica es salud


Desde el principio de los tiempos, los seres humanos hemos sentido y tenido algún tipo de conexión con la música. Cuando hablamos de sonido, todo a nuestro alrededor conserva musicalidad, el mar, los pájaros comunicándose, la lluvia, los árboles, el viento, la tierra moviéndose a nuestro paso, y en nosotros el latido del corazón como un golpeteo primigenio de nuestro primer instrumento percutivo.
En todas las viejas culturas la percusión está presente de diversas formas y también los círculos de tambores, la voz en la palabra recitada o hecha canto. Desde oriente a occidente, desde el norte al sur, shamanes de la Siberia, maestros druidas de Irlanda, doctores zulúes o yorubas, sanadores regos o taltos de Hungría, doctores sioux, wuishin de los shuar en el amazonas, chamanes andinos de los quechuas, machis de la nación mapuche, los nuru de Okinawa, las mudang de Corea, utilizan la música como medio conductor de estados de bienestar, relajación y sanación.
La palabra tiene una energía ilimitada, de esta manera lo creen la culturas que enseñan desde pequeños a sus niños a ser oradores constructivos y a darle siempre a la palabra un significado positivo o neutral sin juzgamiento, como por ejemplo los mapuches que no tienen traducción para un "feo día" el día puede ser lluvioso, o soleado o "día", pero no existe el significado descriptivo de "día feo". Así construyen sus poesías, canciones y plegarias desde un sentido de totalidad y pertenencia al cosmos.




Volviendo a la música, la energía de los tambores y los círculos de percusión, decidiendo como vamos a trabajar y el enfoque que elijamos al tocar se pueden provocar diferentes estados emocionales y biológicos; darnos energía física, relajarnos, despertar la sensualidad, meternos en un trance, conectarnos con una actividad física, generar estados de alerta y provocar euforia. La actividad de percutir simple, repetitiva y armónicamente un instrumento a manera de latido de corazón, a manera de galope de un caballo, o pasos en la tierra, crea una kinestética vibración, es decir una vibración corporal conciente, donde cada movimiento tiene un sentido y nos introduce de alguna manera subsónica en la maravillosa experiencia de viajar a la velocidad del sonido y que nuestra energía se concentre, afectándonos positivamente a todos los participantes.
Desde el punto de vista científico podríamos decir que contribuye al alineamiento rítmico de nuestras células cerebrales, a la alineación de nuestros ritmos biológicos, a la sincronización del individuo con los ritmos de la naturaleza y el cosmos, y a la sincronización vibratoria y dinámica de las ondas cerebrales de ambos hemisferios. La consecuencia de participar en estas actividades rítmicas influye directamente en nuestras emociones, nuestros espíritus y nuestra salud física.
La primera experiencia musical esta dentro de nosotros, en la panza de nuestras madres envolviéndonos en placenta, en nuestro primer llanto al nacer, en el viento y el agua, en nuestras manos, aplaudiendo, frotando, o acariciando.
Quedan invitados a descubrir este mundo mágicamente musical, de la manera que elijan, escuchando a los pajaritos a la mañana desde la ventana, tarareando una canción camino al trabajo, siendo partícipes de un círculo de tambores o construyendo desde la canción colectiva diferentes mantras.
Me gusta mencionar algo que me dijo mi maestro maestro mexicano Luix Saldana de Plutarco: "La medicina para generar salud, tiene que examinar la enfermedad. La música, para crear armonía, tiene que investigar la atonalidad."

Un abrazo

Ema Vilches

Terapeuta del sonido
Facilitadora de circulos de percusion

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